jueves, 20 de diciembre de 2012

¿Qué nos ha hecho Spielberg? Conclusiones después del ataque...



Pero... ¿qué ha sucedido? ¿qué ha hecho el director?

Tras la descripción del pasado día (que pueden leer aquí -  Entrada del Blog: Escena del ataque del Tiburón o "el grito interior") analicemos el trabajo de Spielberg tras las cámaras.

Analicemos un poco lo que ha hecho Spielberg. La secuencia comienza con un plano en el que el movimiento de cámara y el zoom acompañan a la futura víctima del tiburón. Y es la víctima y su paseo para recoger la colchoneta amarilla la que nos presenta al preocupado protagonista de la cinta. 

Primer corte. Vemos al perro y su amo. Futuras víctimas. Corte; el niño pasa por delante de su madre con la colchoneta y se zambulle en el agua. El director nos está presentando a los que van a morir a manos de la bestia. ¿Por qué? Para que empaticemos con ellos. El joven y el perro jugando son de postal y el niño es rubito y educado. Pide permiso a su madre y ello, diligente se lo concede, le sigue con la mirada, no le deja a su libre albedrio.  Esto es extraño. En el cine Hollywoodiense casi siempre se trata de justificar la muerte. “Si te portas mal, morirás”, “ Si no haces caso a tu madre, morirás.” “Si no cuidas de tus hijos, morirás!”. La madre cuidad de su hijo, el niño es precavido, el perro y le amo no están haciendo nada malo. Pero el monstruo de Spielberg no tiene compasión. Las victimas podemos ser cualquiera. 

Y a eso le siguen los cortes que realiza tras el paso por delante de la cámara de alguien en primer plano. Es perturbador, es molesto. Es como el usadísimo recurso del sonido del teléfono. Si enseñásemos a alguien esta escena no se fijaría en esto pero mientras lo ve seguro que pretende ladear la cabeza, intentando buscar un mejor ángulo de visión, como hace el protagonista, intentando esquivar el obstáculo óptico. 

Sobre la posición de la cámara respecto a los personajes se puede decir que los planos en los que aparece Roy Scheider  de frente parecen tirados en un contrapicado muy ligero. Es como si mirase alguien desde el agua. Hay que entender que según trascurre la película, los personajes protagonistas se darán cuenta de que su adversario es más fuerte que ellos y más inteligente. Les tiene siempre en su punto de mira. 
 Llega el primer susto de la escena. ¿Qué es llamativo de este giro? La música brilla por su ausencia. Casi todos los directores habrían usado la música o algún efecto sonoro. Eso es lo efectista pero Seteven y Williams prefieren el grito sencillo y potente de la joven en el agua. Es curioso que la vistima real no grite. Ni la madre al final. Es como si el director nos dijese: “los gritos son para los sustos. El miedo te deja mudo.”

En toda la escena hay un plano que chirria. Es este. Tras la poco amistosa conversación con el abuelo y antes de que la mujer le dé un masaje.  Si veis la escena, este plano no pega. No encaja bien pero fue usado.
 Llegamos a lo interesante. Los niños chapotean en el agua, el niño pequeño cantando, el joven de la camiseta amarilla llamando a su perro, plano al palo en el agua, flotando. Todos sabemos lo que va a pasar y en ese momento aparece el plano submarino contrapicado y los acordes de Williams. Es como un preparados, listos, Ya!! Montaje matemático. Esto lleva a esto, esto a esto y esto otro a esto de más allá…

El ataque se resuelve en pocos planos. No vemos al monstruo. Ni su sombra ni su aleta. Nada. El niño es arrastrado al fondo por la bestia  hasta que la sangra alerta a los niños que salen del agua. Toda la playa está en la orilla hasta y en ese momento, plano a la madre de la victima que no sabe nada. Nosotros sí. Ella no. La identificación entre el espectador y la victima es brutal. Hemos tenido un aperitivo con el perro y ahora tenemos nuestro plato principal. El niño rubito.  
 Los padres entran al agua a recoger a sus niños mientras que nuestro protagonista no se muestra valiente. No. El protagonista de Spielberg es débil. Es menos inteligente que el monstruo, es menos fuerte y no es ni lo suficiente mente valiente como para tocar el agua. El viaje del héroe jamás fue tan empinado. La frase de Scheider: “vamos a necesitar un barco más grande”… es suficientemente grafica de su inferioridad.
Otro detalle respecto a la posición de la cámara: durante el rescate de los niños hay un par planos que son tomados desde el agua. Son muy altos para que sean la mirada del monstruo y lo único que hacen es intranquilizar al  espectador.  El miedo al agua que tiene el protagonista es contagioso y tú lo sientes, no quieres estar allí, sin embargo Spielberg te coloca allí, hace que te mojes. 

Y tras todo esto, la calma, la madre, la colchoneta…. 



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