Pero... ¿qué ha sucedido? ¿qué ha hecho el director?
Tras la descripción del pasado día (que pueden leer aquí - Entrada del Blog: Escena del ataque del Tiburón o "el grito interior") analicemos el trabajo de Spielberg tras las cámaras.
Tras la descripción del pasado día (que pueden leer aquí - Entrada del Blog: Escena del ataque del Tiburón o "el grito interior") analicemos el trabajo de Spielberg tras las cámaras.
Analicemos un poco lo que ha hecho Spielberg. La secuencia
comienza con un plano en el que el movimiento de cámara y el zoom acompañan a
la futura víctima del tiburón. Y es la víctima y su paseo para recoger la
colchoneta amarilla la que nos presenta al preocupado protagonista de la cinta.
Primer corte. Vemos al perro y su amo. Futuras víctimas. Corte;
el niño pasa por delante de su madre con la colchoneta y se zambulle en el
agua. El director nos está presentando a los que van a morir a manos de la
bestia. ¿Por qué? Para que empaticemos con ellos. El joven y el perro jugando
son de postal y el niño es rubito y educado. Pide permiso a su madre y ello,
diligente se lo concede, le sigue con la mirada, no le deja a su libre albedrio. Esto es extraño. En el cine Hollywoodiense
casi siempre se trata de justificar la muerte. “Si te portas mal, morirás”, “
Si no haces caso a tu madre, morirás.” “Si no cuidas de tus hijos, morirás!”.
La madre cuidad de su hijo, el niño es precavido, el perro y le amo no están
haciendo nada malo. Pero el monstruo de Spielberg no tiene compasión. Las victimas
podemos ser cualquiera.
Y a eso le siguen los cortes que realiza tras el paso por
delante de la cámara de alguien en primer plano. Es perturbador, es molesto. Es
como el usadísimo recurso del sonido del teléfono. Si enseñásemos a alguien
esta escena no se fijaría en esto pero mientras lo ve seguro que pretende
ladear la cabeza, intentando buscar un mejor ángulo de visión, como hace el
protagonista, intentando esquivar el obstáculo óptico.
Sobre la posición de la cámara respecto a los personajes se
puede decir que los planos en los que aparece Roy Scheider de frente parecen tirados en un contrapicado
muy ligero. Es como si mirase alguien desde el agua. Hay que entender que según
trascurre la película, los personajes protagonistas se darán cuenta de que su
adversario es más fuerte que ellos y más inteligente. Les tiene siempre en su
punto de mira.
Llega el primer susto de la escena. ¿Qué es llamativo de
este giro? La música brilla por su ausencia. Casi todos los directores habrían
usado la música o algún efecto sonoro. Eso es lo efectista pero Seteven y Williams
prefieren el grito sencillo y potente de la joven en el agua. Es curioso que la
vistima real no grite. Ni la madre al final. Es como si el director nos dijese:
“los gritos son para los sustos. El miedo te deja mudo.”
En toda la escena hay un plano que chirria. Es este. Tras la
poco amistosa conversación con el abuelo y antes de que la mujer le dé un
masaje. Si veis la escena, este plano no
pega. No encaja bien pero fue usado.
Llegamos a lo interesante. Los niños chapotean en el agua,
el niño pequeño cantando, el joven de la camiseta amarilla llamando a su perro,
plano al palo en el agua, flotando. Todos sabemos lo que va a pasar y en ese
momento aparece el plano submarino contrapicado y los acordes de Williams. Es
como un preparados, listos, Ya!! Montaje matemático. Esto lleva a esto, esto a
esto y esto otro a esto de más allá…
El ataque se resuelve en pocos planos. No vemos al monstruo.
Ni su sombra ni su aleta. Nada. El niño es arrastrado al fondo por la
bestia hasta que la sangra alerta a los
niños que salen del agua. Toda la playa está en la orilla hasta y en ese
momento, plano a la madre de la victima que no sabe nada. Nosotros sí. Ella no.
La identificación entre el espectador y la victima es brutal. Hemos tenido un
aperitivo con el perro y ahora tenemos nuestro plato principal. El niño
rubito.
Los padres entran al agua a recoger a sus niños mientras que
nuestro protagonista no se muestra valiente. No. El protagonista de Spielberg
es débil. Es menos inteligente que el monstruo, es menos fuerte y no es ni lo
suficiente mente valiente como para tocar el agua. El viaje del héroe jamás fue
tan empinado. La frase de Scheider: “vamos a necesitar un barco más grande”… es
suficientemente grafica de su inferioridad.
Otro detalle respecto a la posición de la cámara: durante el
rescate de los niños hay un par planos que son tomados desde el agua. Son muy
altos para que sean la mirada del monstruo y lo único que hacen es
intranquilizar al espectador. El miedo al agua que tiene el protagonista es
contagioso y tú lo sientes, no quieres estar allí, sin embargo Spielberg te
coloca allí, hace que te mojes.
Y tras todo esto, la calma, la madre, la colchoneta….
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